lunes, 30 de junio de 2008

El círculo de la bronca

Nos pasa muy seguido, cada vez más, esto de nublarnos y ver algo que se esta haciendo de una manera errónea y embroncarnos, ponernos mal, angustiarnos, querer gritar, salir, golpear, lastimar y hasta matar a ese hijo de puta, a ese guacho que es la causa de todos nuestros problemas, la razón de todas nuestras penurias, el motivo por el cual todos nosotros vivimos así, en este mar de incertidumbre, de dolor y de bronca, más que nada de bronca.

Pero cuando uno está en este estado que mezcla el agotamiento con la falta de aire y la mirada fija en un solo punto, no tenemos mucho espacio para pensar, ni tampoco nos lo damos. Y la verdad es que no hay que ser muy inteligente para ver que por ahí, si nos dábamos ese pequeño espacio en un comienzo no tendríamos que sufrir la bronca después, ¿no?

La racionalidad y la bronca no son muy amigas, más bien son opuestas. Pero más allá que parezca obvio con cual de las dos uno se quedaría, me parece que el problema es justamente ese, elegir. En el pensamiento occidental entendemos todo en opuestos: blanco y negro, bueno y malo, sentimientos o racionalidad; Y parecería ser que siempre estamos condenados a elegir una y desear que no necesitemos de la otra porque todo nuestro sistema se caería abajo.

Aquí está el problema principal, porque siempre necesitamos del otro extremo. Imagínense un mundo sin el blanco, sería un mundo totalmente oscuro y tenebroso. Pero que pasaría si pasa exactamente lo mismo pero con el negro, ¿cómo podríamos disfrutar de la luz sin la oscuridad? El mundo no se puede ver desde un lado u otro. Por más bueno o interesante que parezca cualquiera de ellos, los dos lados son igualmente importantes y para verlos mejor a los dos siempre hay que pararse en el medio.

Volviendo al tema principal, toda esta ebullición de sentimientos se da un poco por eso. Porque en ese momento creemos que todo se reduce a eso, y muchas veces eso es lo que nos llevo a la bronca en primer lugar. Todo tiene puntos buenos y malos y según lo que nos parezca en ese momento elegimos el peor de los males. Pero cuando somos irracionales la otra opción tiene todos puntos buenos, es ahí donde probablemente tenemos que empezar a desconfiar.

Es bastante obvio si nos lo ponemos a pensar, el camino de la bronca sólo nos lleva a elegir lo diametralmente opuesto a lo que veníamos eligiendo. Y si quieren se los firmo acá, pero cuando todos vamos tan decididamente a elegir algo, al poco tiempo esa opción se agota y vamos a estar con la misma bronca deseando estar de vuelta del otro lado de la vereda. Ahí es cuando el círculo se completa y todo vuelve a empezar

A veces para no estar cruzando todo el tiempo de vereda en vereda deberíamos tomar lo mejor de cada una y construir una opción intermedia que conforme esas dos mitades que siempre se están peleando y viven dentro de nosotros. Por ahí, en vez de tirar cada uno para su lado y ver quien se queda con la mejor porción, podríamos preocuparnos por tirar los dos para un lado en común y no tener que preocuparnos tanto por cómo repartimos, sino por cómo tener más para repartir. Porque no nos olvidemos que si usted tiene solcito a la mañana, a la tarde seguro le va a tocar al de enfrente.

Claro, acordar una estrategia en común conlleva tener que salir de nuestra postura y concensuar con ese otro que hasta hace un ratito nomás representaba todos los males del planeta, pero quien te dice, por ahí haciéndolo nos damos cuenta que eso nos convenía más que andar embroncados todo el tiempo.