jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Qué comemos?

Alguna vez se preguntaron “¿qué comemos?”, ¿cuál es la primera imagen que se les viene a la cabeza? A mi me viene a la cabeza comida rápida: hamburguesas, pizza, pero estoy seguro que no para todos el resultado es el mismo. En realidad creo que si sería parecido si hacemos esta misma pregunta entre personas que viven en el mismo lugar, o llevan estilos de vida similares, pero por ahí no es igual para las personas que tienen un ritmo de vida más tranquilo, que se sientan a comer esa comida que estuvieron haciendo por un largo rato y que realmente tiene gusto, que ellos llegan incluso a disfrutar. Es que a veces no nos damos cuenta, pero lo que comemos tiene muchísimo que ver con lo que somos.

Y es bastante lógico si nos lo ponemos a pensar, lo que respiramos, lo que tomamos y lo que comemos son las tres cosas que incorporamos del mundo exterior, imagínense si eso no va a tener alguna influencia en nuestro organismo. Y especialmente con la comida, porque lo que respiramos más o menos (cada vez menos) es siempre lo mismo. Lo que tomamos son las mil y un variaciones que las empresas puedan encontrarle al agua, le ponen colorantes, gustos, figuritas, pero al final del día es prácticamente lo mismo. Es en la comida donde el organismo siente una mayor diferencia en lo que elegimos para incorporarnos a nosotros mismos, porque es eso que comemos lo que después termina siendo parte nuestra. Es lógico que entonces eso se mimetice con nosotros mismos.

Casi sin darme cuenta entonces le esto dando la razón a los vegetarianos, porque no es lo mismo incorporar unas pacíficas verduras que un animal asesinado para nuestro consumo. ¿Quién lo sabe? De todas maneras sigo pensando en el asado del domingo. Pero quizás por eso es bueno mantener una dieta balanceada, que tenga un poco de todo. De esta manera incorporamos a nuestro organismo un poco de todo lo que nos rodea, y esto procesado por nuestro cuerpo sirve un poco para tener poder sobrellevar lo que el entorno representa. No parece tan ilógico pensar que los más adaptados al medio ambiente, son los que incorporan un poco de todo lo que este tiene.

Pero en realidad lo que más me llama la atención del hecho de comer quizás no es la comida en sí, sino el rito mismo. Comer es una de las pocas necesidades corporales que hacemos delante de cualquiera, no nos avergüenza para nada, a diferencia de ir al baño o hacer el amor (aunque en algunos lugares esto se hace en público y hasta a veces al mismo tiempo), pero comer, como también respirar y tomar líquidos, son cosas que hacemos todo el tiempo delante de los demás. Con la diferencia que nos sentimos tan orgullosos de que nos vean comer, que hasta invitamos a otras personas a hacerlo. Y aquí es cuando dirán: “también invitamos a la gente a tomar algo”, y aquí es cuando digo yo también: “es verdad, pero siempre tomar algo está un escalón social más abajo que la comida”. Y para que todos puedan corroborar esta teoría vamos a poner un ejemplo simple, cuando conocemos a una chica que nos interesa la invitamos a tomar algo, pero cuando realmente nos intereso por mucho tiempo, los planetas se alinearon y ella no descubrió nuestros engaños (es verdad chicas, nosotros tampoco descubrimos los de ella) y decidimos casarnos lo celebramos con una gran comida. No importa a que religión o estrato social pertenezcas, las grandes celebraciones de la vida implican una gran comida, obviamente que también bebemos pero casi exclusivamente para bajar la comida. Siempre lo sólido es lo más importante y el mismo nombre nos lo dice “la comida”, no decimos “la bebida” aunque nos pasemos toda la noche acodados en la barra tomando el alcohol caro que pago el padre de la novia.

Entonces, ¿por qué esta manía por invitar a todos a vernos incorporar estas cosas que nos definen tanto como personas? ¿Por qué esto no se hace en soledad y fuera de las atentas miradas de los demás? Y la respuesta parece ser bastante simple, la comida también puede ser utilizada como un objeto de ostentación. Y si nos remitimos a los inicios de la historia es quizás el objeto de ostentación más antiguo. Mucho antes de que existieran los autos importados y los suspensotes hechos enteramente de oro (no les voy a decir como me entere pero se que existen), existía otra forma totalmente diferente de pertenecer al grupo más selecto, y era por supuesto a través de nuestro tema del día, la comida.

Los grandes banquetes o las grandes comilonas eran eventos característicos de las altas esferas de todas las culturas que habitaron la tierra. Y era pura ostentación, porque la idea no era comer para saciarse, sino tener manjares a la vista para demostrar que uno era más poderoso, generalmente a costa de un pueblo que se moría de hambre, pero todos sabemos que para que alguien tenga más otro tiene que tener menos, esa es otra tradición que también conservamos hoy. Esta costumbre de comer para mostrarse poderoso era bastante explicita, incluso los antiguos romanos comían vomitaban y volvían a comer, casi obsesionados para que nadie más toque su comida (y uno que se cree egoísta).

Y hoy en día, en estos tiempos de internet y televisión satelital, las cosas parecen no haber cambiado demasiado. Porque este hecho de comer de más y después intentar deshacerse del exceso se vive hoy en su caso más extremo con la bulimia, pero también existe con infinidad de geles, pastillas y artefactos mágicos para deshacernos de toda esa comida que realmente no necesitábamos consumir en primer lugar. Es como una marca de estatus si se quiere, ostentar la panza llena de alimento innecesario ante la gente que no puede comer, o incluso en casos más extremos, ostentar no comer pudiendo hacerlo ante la gente que realmente no come porque no puede.

Pero más allá de este intrincado mundo de las apariencias mezcladas con la comida también ésta, que es una parte intrínseca de nuestras vidas, también tiene un lado mucho más simpático, ese que tiene que ver con las reuniones de amigos, de familia. Donde en algún sentido está presente el viejo espíritu de las comilonas antiguas, pero que en muchos casos tiene un espíritu más cercano al compartir algo más que mostrarlo. Todos sabemos lo valioso que puede ser una pizza con amigos o un buen asado en familia.

Aunque realmente no se porque me sorprende tanto, esto no escapa a la realidad que el ser humano tiene con todas las otras cosas que conforman el ecosistema. Parece que nunca logramos ser lo suficientemente medidos para interactuar con los demás elementos, desperdiciamos recursos, contaminamos elementos esenciales para la vida y como es costumbre desde el inicio de los tiempos, le damos a algunos mucho más de lo que necesitan y a los demás muchísimo menos. La razón es lo que nos diferencia de los animales, parece ilógico entonces que los animales se comporten más racionalmente con el planeta donde viven que nosotros. Pero bueno, quizás los animales no razonan al hacer esto sino que lo hacen porque no pueden razonar. Estará en nosotros aprender finalmente a usar el maravilloso regalo de la razón, esperemos que esto suceda antes de que alguien más nos tenga que hacer entrar en razones.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Che, el argentino

Dirigida por un Americano, con capitales internacionales y protagonizada por un actor Puertoriqueño que casi había olvidado el español llega la película del revolucionario anti-imperialista más idolatrado de la historia. Parece una contradicción en si, pero todos estos factores se unieron para hacer, a mi humilde entender por supuesto, la película basada en la vida de Ernesto “Che” Guevara, más interesante hasta el momento.

Siendo sólo la primer parte de las dos que completan la historia, esta película nos muestra los comienzos de la revolución y con ellos los inicios del “Che” como miembro de grupo armado que, al mando de Fidel Castro, quiso liberar a la isla de Cuba de la opresión imperialista ejercida por los Estados Unidos.

Teniendo varias líneas argumentales simultáneas, al estilo que el director Steven Soderbergh utilizó en “Traffic”, la película se centra en tres momentos claves en la vida de este revolucionario: Cuando conoce a Fidel Castro en México y se empieza a planear la revolución, la revolución en si y el famoso viaje diplomático del Che como representante de Cuba en la ONU.

Estas tres partes se van intercalando entre si mientras se desarrollan contándonos los hechos más conocidos y los menos difundidos que fueron moldeando a este médico argentino hasta convertirlo en un icono de la revolución mundial.

Realmente una película dinámica y atrapante que nos hace meter en este hecho histórico de una manera creíble y sin intentar imponer un estandarte político. Recomendable para quienes no conocen la historia, para los que la conocen y para quienes creen conocerla.

martes, 18 de noviembre de 2008

007 Quantum of Solance

Persecuciones a toda velocidad con autos carísimos, lugares paradisíacos, altos niveles de vida y mujeres hermosas, o sea, todo lo que queremos ver en una película de este estilo, pero en este caso es tanto y tan seguido que hasta se pierde un poco el gustito.

Casi sin respiro, la tan esperada nueva entrega de la saga Bond nos deja boquiabiertos y sin posibilidad de reaccionar ante la inmensa cantidad de esas imágenes que todos esperábamos ver.

Por primera vez en esta saga, que ya lleva 22 películas en su haber, se continúa la historia de la anterior. Minutos después de donde dejamos a Bond en la anterior entrega, empieza esta historia que nos muestra el fino límite que puede haber entre el deber y la venganza.

Una impresionante persecución sirve para que nuestro agente secreto favorito lleve a interrogar al pez gordo que había atrapado en la peli anterior, pero durante el interrogatorio el servicio secreto ingles descubre que no habían hecho tan bien los deberes y que había una organización delictiva que ellos no conocían hasta ese momento pero que tiene infiltrados incluso dentro de la propia agencia inglesa. Es allí cuando empieza la carrera de Bond por averiguar hasta dónde llega esta poderosa organización, y más importante aun, quién es el verdadero responsable por la muerte de su difunta amada.
Realmente un derroche de acción y emoción que en algún momento resulta empalagosa para el espectador, que necesita cada tanto de un poco de tranquilidad y ese elegante encanto que marca siempre la saga para poder apreciar realmente los momentos de tensión y adrenalina. Aun así es una digna compañera de sus predecesoras y totalmente recomendable para aquellos que siguen la saga. Para los que nunca vieron una película de nuestro seductor agente, les recomiendo empezar, aunque sea, por la anterior entrega para que puedan seguir la trama y además porque fue una muy buena presentación del nuevo Bond que para muchos entendidos es, aunque sea hasta el momento, el definitivo.

martes, 11 de noviembre de 2008

Disculpe las molestias

Un día complicado, una vuelta a casa que parece eterna, empujones, mucha gente en el mismo espacio y todo ese olor a transpiración propia y ajena que te dice que las publicidades de antitranspirantes no son tan sinceras como deberían ser. Ese es el panorama que venís viviendo cuando llegás al último tren que finalmente te va a llevar a tu hogar y ves un cartelito que dice: “Servicio suspendido por reparaciones. Disculpe las molestias”. Es ahí, leyendo esta última oración cuando la sonrisa te vuelve a la cara, te das media vuelta con toda la alegría del mundo y te dirigís al medio de transporte alternativo contento de saber que tardaras dos o tres horas más de las previstas para volver a casa. Gracias a dios a alguien se le ocurrió incluir esa frase al final, sino todo hubiese sido muy diferente. ¿O no?

La inclusión de la frase: “Disculpe las molestias” no soluciona nada, en realidad, hasta es probable que enerve mucho más a la gente, como si se sintieran víctimas de una broma pesada. Pero entonces, ¿por qué incluirla?; ¿Por qué terminar así las oraciones, o los comunicados? Porque no es sólo esa frase, en la última década hemos sabido adquirir cientos de frases como estas que nos dejan el mismo sabor en la boca, o en este caso en los oídos, al escucharlas: “Lamentablemente no voy a poder ayudarlo”; “Disculpe la demora”; “Es un error del sistema”, etc. Es casi como si hubieran inventado un decálogo de sinónimos sólo para no decir: “jodete”.

¿En esto nos convertimos? ¿En eso evolucionó esta sociedad de la que muchas veces nos sentimos orgullosos? Porque hay que traducir estas frases que obviamente no dicen lo que parecen decir. Si las analizamos un poco podremos descubrir lo que realmente comunican que es: “Nos cagamos tanto en vos que hasta hacemos como que nos importa”. Porque las palabras tienen valor, y decir “lo lamento” o “disculpe” significa que hiciste algo que molesto o incomodó a la otra persona, pero que realmente te sentís mal por haberlo hecho. En este caso carece totalmente de significado. Disculparse por algo que ibas a hacer de todas maneras no es una disculpa, es una daga que se clava profundo en cada persona que la lee, porque no hay nada más humillante que te estén pisando a propósito mientras te piden disculpas.

No pueden admitir que no es gracioso y hasta simpático, que la misma persona que te caga la vida se atenga tanto a las reglas de buenas costumbres y de modales. “Disculpe, perdone, pase para el horno, muchas gracias”. Uno se pregunta que hubiera pasado si los nazis hubiesen usado buenos modales en los campos de concentración. Quien dice que seguirían existiendo hoy, claro que con un nombre más marketinero, no se, por ahí se llamarían “Spa exclusivo para la perdida de peso”, y quien podría quejarse en ese caso de que el nombre esta faltando a la verdad. Es más, hasta no me sorprendería que la gente pague para ir ahí. -Sí, uno sufre pero obtiene resultados -dirían algunas señoras de avanzada edad recomendando el lugar-.

Mis queridos chichipios, creo que no hay que dejarse engañar por esta elegancia al hablar. Después de todo, los poderosos se dieron cuenta hace rato que se atraen más moscas con miel que con hiel, que nunca supe lo que significaba hasta ahora (es bilis). La cuestión es que todo este aparente buen trato es lo que es realmente peligroso, porque el maltrato explicito dura poco, la gente no lo soporta y pronto se revela; pero este maltrato medido, sutil, escondido entre disculpas y frases rebuscadas es el que perdura largo y tendido, hasta que, ya muy tarde para hacer algo, nos damos cuenta de lo que paso.

Sigo creyendo que todavía somos más inteligentes que eso, especialmente nosotros que de maltratos ocultos y expuestos sabemos mucho, y que tarde o temprano vamos a reaccionar todos juntos contra el maltrato. Pero no el de algo en particular que nos moleste transitoriamente, sino el que venimos soportando todos juntos desde hace ya mucho tiempo y del que a veces nos distrae esa última frase del cartel.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Ceguera

¿Qué pasaría si de un día para otro todos nos quedamos ciegos? ¿Qué pasaría si sólo una persona conservara la vista? Sobre estos temas reflexiona la película de la semana que nos cuenta una situación ficticia pero que oculta mucho de realidad.

Una crítica social desde un universo fantástico y una gran pregunta que queda latente, ¿qué pasa con la persona que todavía sigue viendo? ¿Adonde guiará a los demás? ¿Es mejor seguir viendo o es preferible no tener que soportar en lo que la sociedad se ha convertido?

Todo pasa como de repente, un accidente de transito donde el conductor afirma haberse quedado ciego, gente que alega haberse quedado ciega instantáneamente, sin ningún motivo aparente.

Esto mismo le pasa a un oftalmólogo, que atendió a uno de los primeros casos reportados. Él y su mujer, que le dice a las autoridades que también quedó ciega solamente para acompañar a su marido, son transferidos a unas instalaciones cerradas protegidas por el ejército. Pronto a ellos se van sumando más y más casos de esta misteriosa enfermedad.

Una película con momentos realmente impactantes, seguramente robados al libro que inspiró el film, pero que a primera vista (jeje) parece no hacer justicia con la obra escrita por Saramago. Todo esto da como resultado, una peli que es una propuesta distinta a las que hay en cartelera, que cumple con contar la historia, pero que quizás no llega a la profundidad que tocan las películas que nos dejan pensando hasta largo rato después de salir de la sala.