miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Cuál es tu zanahoria?

Más allá de este pequeño truco publicitario les aclaro que este artículo nada tiene que ver con el siempre atractivo tema del sexo. Así que, dejando de lado al 90% de los lectores que nos acaban de abandonar, te explico mami lo que quise decir con este título.

Todos tenemos una zanahoria, sí ustedes también chicas (esta bien, es el último chiste de tono sexual, lo prometo) La zanahoria es una metáfora por algo que queremos alcanzar, lo que nos mueve y potencia hacia un destino futuro, uno que siempre parece distante como si estuviera dibujado en el horizonte, tal como la que aparece en la punta de un palo frente al burro de carga.

No tenemos que remontarnos tanto en la memoria para recordar que cuando éramos jóvenes e ingenuos y nuestras zanahorias crecían bajo la tierra de nuestros pensamientos como el alimento de futuras realidades y algunas decepciones. Hay zanahorias más grandes y más chicas, (el último, esta vez en serio) pero lo más interesante de todo esto es que todos tenemos una, porque la seguimos teniendo más allá que el tiempo o la realidad la hayan sacado de nuestro horizonte o la hayan reemplazado por otra.

¿Cuál es tu zanahoria? ¿Ser piloto, astronauta, estrella de televisión, contador? Seguramente hayan pasado por varias hasta encontrar la definitiva, ese sueño por el que podríamos dar la vida por alcanzar o al menos eso creíamos en ese momento. Pero el tiempo pasa y esos vegetales llenos de caroteno se van pudriendo a medida que nos adaptamos a la realidad, especialmente si nuestras pretensiones son muy altas. Poco a poco la comodidad y la seguridad le van ganando a la aventura mientras todo lo que soñamos va alejándose de la realidad y acercándose al recuerdo.

Hay zanahorias cortas y largas (esta vez si fue el último), las cortas tienen más chances de convertirse en realidad. Tener una familia, recibirse de abogado, tener un pequeño negocio, estás son las zanahorias más fáciles de alcanzar. No es por desmerecer estos sueños pero se acercan más a lo sensato, algo que con esfuerzo y dedicación es mucho más realizable. Pero como muchas veces ni las zanahorias ni los sueños, que en este caso son lo mismo, responden a la lógica, también tenemos los otros casos. Cosas más cercanas a la fantasía que a la realidad, donde algunos como yo caemos en las trampas que nos ponen las decepciones.

Sueños como convertirse en el guitarrista de una banda famosa, crear un invento que revolucione al mundo o ser famoso sin ningún talento aparente son los engaños más frecuentes en los que caemos de chicos y los que pronto abandonamos. Pero también sucede que hay algunos, entre los que me sigo incluyendo, que tratamos de darle forma a eso y alcanzar ese sueño para convertirlo finalmente en realidad.

Les voy a decir algo que parece una locura y soy conciente de que les estoy escribiendo desde un blog intrascendente a una audiencia conformada posiblemente sólo por mi vieja a la que eventualmente se le sumará algún que otro trasnochado pero me siento completo de haber encontrado un lugar para expresarme. Se que suena a fracasado pero en algún punto me llena. Mi zanahoria o parte de ella era y es poder expresarme y compartir mi punto de vista con la gente que quiera escucharlo y debatirlo. Y de alguna manera con esto lo logro. No les voy a mentir, me encantaría poder vivir solamente de escribir, cosa que en algún momento logré con resultados poco satisfactorios, pero en algún punto esto me completa y me da ganas de seguir buscando esa zanahoria que todavía no encontré pero que al menos, volviendo a la metáfora del burro, aprendí que nunca voy a alcanzar solamente tirando para adelante, que el camino para encontrarla está en no seguir las rutas convencionales y buscar por otros lados. Quizás nunca llegue, pero lo bueno que tiene no seguir la ruta marcada es que nunca sabes adonde podés llegar.

Así que mis amigos y amigas, mi pequeño consejo es que no olviden esa zanahoria, esa que es la suya y no la que les venden desde el marketing que los lleva a caminos interminables que nunca nos terminan beneficiando, porque siempre tienen que recordar ese palo a la que está sujeta siempre tiene gente dispuesta a sostenerlo (este no fue intencional). Porque al final de todo, es tan simple y tan complicado como tratar de detenerse a pensar que otra forma hay de llegar a la zanahoria, porque si seguimos yendo ciegamente hacia delante nunca la vamos a alcanzar.