miércoles, 2 de febrero de 2011

La maquina de hacer demonios

No hace mucho escuche a Juan Pablo Feiman decir “Si los judíos no existiesen, los antisemitas los hubieran inventado”, esta frase ya la había escuchado anteriormente, quizás por él también pero el valor de estas palabras quizás no está en la frase en sí sino en cómo se puede aplicar a todos los grupos radicales.

¿Qué puede ser más útil para crear miedo u odio en un grupo de gente que crear un demonio con características opuestas a todo lo que nosotros queremos defender?, ¿qué puede ser más conveniente que eso? Obviamente que no creo que los judíos sean el demonio, sino que me refiero a la construcción de un demonio para apoyar una idea o quizás para compensar la falta de lógica de la misma.

Esta es la táctica que utilizan, premeditada o involuntariamente, los dos grupos políticamente radicalizados de la sociedad, a favor o en contra, que poco a poco van diluyendo su discurso a medida que la gente despierta de esa crispación y ese odio entrecruzado en el que han sido inmersos.

Dejemos de crear demonios que no existen, escuchémonos y vamos a descubrir que al final los dos queremos lo mismo। Con la ayuda del tiempo, el odio lentamente se disipa y queda lo que estaba debajo, el desconcierto y la búsqueda de la normalidad y la paz.

Aquí es cuando se hace evidente la falta de una propuesta que realmente nos de la confianza de cumplir con lo que se quiere y quizás por eso también surja alguna que otra idea de seguir con lo que está, idea también conocida como “mejor malo conocido…”. Pero, quizás por mi naturaleza optimista, creo que va a aparecer una opción superadora que de inicio a otra etapa que no destruya todo lo anterior pero que nos deje avanzar un poco más cerca de lo que todos queremos que es tener un país mejor. Quizás no sea tanto una cuestión de quién sino qué es lo que se pretende hacer.