domingo, 23 de diciembre de 2007

Regalo sorpresa

Mientras luchaba con un papel berreta y una cinta scotch, que tenga la marca que tenga siempre se te pega en los dedos, reflexioné un poco sobre esta hermosa época del año. Pero no me dediqué a todo en general, sino que me llamó la atención una parte de este enorme ritual, y me surgió una pregunta al respecto: ¿por qué envolvemos los regalos? Si al homenajeado le interesa el regalo y es lo que va a usar, ¿para qué molestarse en ocultárselo? Si lo va a terminar sabiendo después de romper el papel (o como hacen algunos futuros asesinos seriales, que delicadamente lo abren y lo guardan todo dobladito). ¿Es tan macabra está tradición que por más que le estemos regalando algo a alguien queremos que esa persona sufra hasta el último minuto por la incertidumbre de ver que es?


Aun así, pensándolo un poco me di cuenta de que no era así, sino que es todo lo contrario. En realidad hasta terminé pensando que lo más lindo de esta tradición regalera es el papel en si. Porque todos apreciamos el regalo que está adentro, es lindo que alguien gaste plata en vos y todo eso. Pero, al envolver ese objeto en un papel, la persona que regala se está haciendo un regalo a él mismo que va más allá de lo material. El verdadero objetivo del regalo es que la persona que te lo da quiere ver esa cara de sorpresa que ponés al recibir lo que querías y realmente, ese es el mejor regalo que podés recibir.


Que alguien te quiera y te aprecie tanto, que compre un papel horrible y envuelva lo que querías solamente para poder ver mejor tu cara de felicidad cuando finalmente lo descubrís es el mejor regalo que cualquiera podría tener.

Muchas felicidades en estas fiestas y ojalá que a todos nos den regalos muy bien envueltos.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Que suerte

Un día cualquiera, una persona cualquiera se levanta de su cama y desayuna con los alimentos que él compró, se viste y va al empleo que consiguió con años de estudios y mucho esfuerzo. Se sube a su auto, al que sabe manejar por tomar clases y años de experiencia, y cuando está saliendo y mira por el espejito retrovisor como corresponde, ve que un niño se abalanza sobre el auto con su bicicleta. Gracias a sus rápidos reflejos y su mente avispada frena de golpe. El niño se pega un susto pero rápidamente sigue su camino, a lo que el hombre del auto dice internamente “que suerte”.


¿Existe realmente la suerte? ¿O todo lo que nos pasa es producto de un esfuerzo propio o una simple casualidad? Cuando vamos al casino y ganamos decimos “que suerte”, pero en realidad es algo que podía pasar. Dentro de las probabilidades del juego está la opción de ganar, tanto como está la de perder. Entonces no es extraordinario que ganemos en el casino, es una de las chances a las que nos exponemos por jugar. Lo raro sería que ganáramos sin jugar a nada, eso si sería tener suerte.


Pero aun así hay gente que elige creer en este concepto de la suerte y no da un paso sin consultar a su astróloga o a su tarotista. Que no puede empezar su día sin leer el horóscopo, aunque resulte muy gracioso como el horóscopo siempre le habla a un hombre de negocios y a una mujer casada hace 50 años al mismo tiempo. Porque sinceramente muchas de las cabalas que usamos todos los días no tienen un gran fundamento científico. Por ejemplo, si realmente pasar por debajo de una escalera fuese de mala suerte, se imaginan la cantidad de gente que fabrica escaleras que moriría, sería un empleo más riesgoso que ser piloto de pruebas o empleado público en Argentina.


Pero, más allá de todos los argumentos negativos que se pueden encontrar de la suerte y de todo lo que nos podemos reír de la gente que consulta sobre que hacer con su futuro a una persona que tiene un turbante en la cabeza y trabaja en un puestito en la plaza, la idea de esta conclusión no es defenestrar a la suerte sino todo lo contrario. A mi me parece que es una de las cosas más maravillosas que tenemos en la vida.


Claro que no me refiero explícitamente a la gran cantidad de personas que se llena los bolsillos explotando las creencias de la gente y al miedo que le tienen a lo desconocido de su futuro (aclaración: me refiero a los tarotistas, no a la iglesia católica) sino a la incertidumbre que le da la suerte a la vida. Uno sabe en algún punto que no importa cuan desastrosa o indeseable sea la vida, cuantos males lo agobien, cuantas penurias tenga que sufrir día a día para ganarse el pan. Siempre sabés que por ahí, en algún momento la suerte te puede sorprender y te puede sacar de todo eso. Ya sea presentándote a una chica, ofreciéndote un trabajo, o matando accidentalmente a tu suegra. La suerte puede darle un giro a tu vida que nunca te habrías imaginado.


Quizás no llegue nunca, pero por lo menos la ínfima posibilidad de que eso pueda llegar a suceder es lo que muchas veces nos hace seguir en situaciones totalmente desesperantes. ¿Qué se yo?, me parece que cualquier cosa que nos ayude a ver una luz al final del túnel no puede ser tan mala. Más allá de que muchas veces parezca estúpido, inútil o totalmente incoherente. ¿Qué no es así en la vida, no?

martes, 13 de noviembre de 2007

¿De qué te quejás?

El otro día estaba en un boliche y mientras luchaba para hacerme lugar entre el mar de gente que había y lograr llegar al baño me preguntaba a mi mismo: ¿yo no me quejo todos los días de lo mal que viajo en los transportes públicos? ¿No soy la misma persona que dice día a día que es una vergüenza reducirse al nivel de una sardina para llegar al trabajo? Entonces, ¿por qué en mi día libre, el día en que puedo elegir hacer lo que quiero, vengo a un boliche en el que se que voy a estar prensado como ese mismo pescado y no voy a poder moverme?


Es extraño, pero muchas veces nos quejamos de cosas que después terminamos eligiendo. Y a eso, mis queridos chichipios, es a lo que viene la conclusión de hoy “¿de que nos quejamos” Porque el quid de la cuestión en este punto no es: ¿por qué nos quejamos? Eso es bastante sencillo, nos quejamos del calor, de la humedad, de la torpeza, de la haraganería, hay millones de motivos por los cuales quejarse, más en este país.


Pero lo que realmente lleva un análisis es el “de que”. Porque hay un motivo detrás de la queja que no es el obvio sino que va más allá. Con los argentinos es más evidente pero pasa en todos lados. Nosotros podemos quejarnos de que la televisión argentina es una basura, pero no nos quejamos de las malas decisiones políticas que afectan todos los aspectos de nuestra vida. Podemos llenarnos la boca hablando de un técnico de futbol, pero vivimos en una sociedad caníbal, donde no hay reglas y cada uno se las arregla como puede agachando la cabeza y sin abrir la boca. ¿Por qué nos quejamos de ciertas cosas y de otras no?


¿Cual es el patrón? Realmente que podemos quejarnos de los temas más diversos. Desde el precio de las verduras hasta la falta de contenido en un programa de televisión. Es innumerable la cantidad de razones por las cuales caemos en la queja, pero hay algo que nuclea a todas y cada una de ellas. Los medios masivos siempre están relacionados con la queja. Hace falta sólo ver un noticiero dos minutos para enganchar a una vecina de edad, cuyo nombre técnico es: “vieja rompebolas que no tiene nada mejor que hacer”. Que según dice está indignadísima por los robos, la falta de recolección de basura o que está harta de escuchar a Soda Stereo porque vive cerca de la cancha de river.


No es muy difícil pensar en la televisión como un faro quejador que guía las innumerables quejas de nuestras quejosas vidas. Nunca se cansan de mostrar cosas que están mal machacándolas sin descanso en nuestras retinas hasta que las calles arden en insultos. Ojo, no digo que esté mal quejarse de los infinitos baches o de que el sodero no pase a horario, pero se me ocurre tal vez que si enfocamos toda nuestra energía quejadora en eso, quizás no nos quede tanta para quejarnos de los problemas verdaderamente importantes y simplemente terminemos agachando la cabeza y aceptándolos.


Pensémoslo un momento (ya se que pido mucho pero un poquito de voluntad), ¿nunca escucharon un argumento de queja muy similar al que se da en los medios? ¿Por qué usamos la palabra indignación para quejarnos de que las baldosas de la vereda están flojas? ¿No nos están sacando una palabra fuerte para cuando realmente la tengamos que usar? ¿Qué sentimiento vamos a tener cuando pase algo realmente importante? Como por ejemplo: que llueva y tengamos las baldosas flojas en la vereda.


Da la sensación que engrandecer estos pequeños problemas, nos hace ir pasando de uno en otro y nos ayuda a no darnos cuenta del verdadero problema que engloba a todos ellos. Porque si nuestros verdaderos problemas se resolvieran con asfalto, no sentiríamos tantos baches en nuestro camino a convertirnos en una sociedad adulta.

lunes, 29 de octubre de 2007

Soluciones mágicas a problemas reales

¿Nunca vieron esos programas de venta por televisión?, que tienen productos como una crema mágica para sacarte las arrugas o una escalera multiusos que hasta se puede convertir en una mesita de café. O no me digan que no conocen esas famosas pastillas tomándolas eliminan toda la grasa de tu cuerpo, eso si que es realmente increíble.


Bueno, justamente de eso va a tratar la conclusión del día de hoy. Obviamente no de esos productos importados que están al borde de la ilegalidad por violar derechos del consumidor. Sino de esa esperanza, a veces desmedida, que tenemos. De esas soluciones mágicas que se aplican a los grandes problemas para después transformarse en grandes decepciones.


Realmente no me pueden decir que nunca creyeron en una solución mágica que los iba a sacar de situaciones complicadas, a todos nos pasa. O no se acuerdan cuando en el colegio les iban a entregar la nota de un examen en el que sabían que les había ido mal pero se aferraban a la tonta esperanza de que por alguna razón de la existencia todos los conocimientos de la humanidad cambien en ese instante y se adapten exactamente a lo que habían puesto en el parcial. Años después pasamos a una edad más adulta cuando nos imaginábamos que sin siquiera hacer nada al respecto íbamos a tener esa vida ideal con la que siempre soñamos. Ni hablar del ya clásico ejemplo con las mujeres de este blog, que esta vez se puede aplicar a todas las edades de nuestra vida, y sucede cuando nuestra mente ilusas creé que la muchacha de nuestros sueños se va a acercar a nosotros y pedirnos que por favor pasemos la noche con ella simplemente porque la sedujo nuestra mirada perdida en sus pechos y la baba que cuelga de nuestras bocas.


Realmente a lo largo de nuestras vidas es inevitable ilusionarse alguna vez con una solución mágica a un problema que de otra manera tendríamos que solucionar con mucho esfuerzo y dedicación, pero más allá de seguir dando ejemplos de esto (que los hay y muchos) me quería dedicar a desentrañar el por qué de esto. ¿Por qué creemos en cosas mágicas que ni por puta van a suceder para solucionar nuestros problemas antes que pensar una verdadera solución? ¿Por qué nos empeñamos en aferrarnos a falsas ilusiones antes que buscarle una vuelta posible a lo que nos pasa? Y acá viene la parte donde doy una conclusión obvia y muchas veces bastante cursi de un asunto que a la mayoría de ustedes le puede parecer realmente irrelevante, pero que sería de esta página si no lo hago, ¿no?


Me imagino que, a medida que fueron leyendo esto, ya todos sacaron alguna conclusión al respecto: “todos creemos lo que queremos creer”. Pero hay mucho más que eso en esta actitud. Si, es verdad, todos compramos cualquier cosa que nos diga que nos puede solucionar la vida sin que hagamos nada, pero por qué pasa esto. No es simplemente nuestra vagancia lo que se aplica acá, hay un dejo de esperanza en todo esto también.


Desde que somos chicos hasta que crecemos la vida tiene una forma de eliminar todo lo mágico, todo lo que no tiene explicación, todo lo que puede ser bueno y perfecto sin razón alguna. Año tras año vamos perdiendo esa inocencia inicial y vamos ganando cierto descreimiento a todo lo que nos ayuda desinteresadamente. Pero más allá de cómo nos pegue la vida y sin importar el nivel de resentimiento que tengamos con ella, siempre queda latente en nuestra cabecita, que más tarde o más temprano hace clic con las cosas más insólitas y se arriesga a creer en algo irracional, aunque sea por una vez más.


Sinceramente, más allá de todo creo que esto esta bueno De vez en cuando tener esperanzas en algo ilógico, irracional y que no tiene nada que ver con la realidad de todos los días le dan un poco de sal a la vida. Ojo, tampoco estoy diciendo que vuelvan a creer en los reyes magos, simplemente que la vida no es sólo lo que podemos explicar, hay más que eso y está bueno jugarse y creer en algo de vez en cuando. Claro que ojo, de vez en cuando pónganle un poco de racionalidad a sus creencias, o van a terminar comprando una milagrosa barredora de alfombras cuando toda su casa tiene pisos de cerámica.

lunes, 1 de octubre de 2007

Caminos

Es loco como podemos pasar de querer ser pilotos de prueba a oficinistas mediocres. O de ser superhéroes a ser simples empleados, pero pasa. La vida nos va cambiando y nos va a haciendo más predecibles, más inseguros y más cagones con el paso de los años. Ahora, los sueños no tienen un cambio abrupto de cosas totalmente desquiciadas como ser presidente a algo totalmente desestimulante y aburrido como ser el felpudo de un jefe idota, los sueños van mutando y se van transformando como nosotros lo hacemos.

Generalmente cuando somos chicos estamos muy pendientes de cosas fantásticas y sobrenaturales que poco tienen que ver con la vida real, como superhéroes, temerarios o policías honestos. Por lo que es lógico que de grandes queramos ser cosas así. O sea, ¿qué otro ejemplo de vida adulta tenemos, nuestros padres? No hay duda que es mejor seguir el ejemplo de un tipo enmascarado, vestido en mayas que va saltando por la ciudad que de ellos.

A medida que crecemos nuestros sueños también crecen con nosotros. Se van haciendo más lógicos y elaborados, pero no por eso dejan de ser fantasiosos. Muchos de nosotros queremos ser actores, o directores, quizás las chicas sueñan con ser bailarinas o actrices. Algunos más rebeldes quieren armar una banda y sueñan con el estrellato inmediato, las fanáticas y las inmensas mansiones que vienen en el paquete con todo eso. Pero quizás esta etapa es más interesante, porque aparte de que nuestros sueños son más realizables, hay también un intento por realizarlos. Algunos más u otros menos, pero todos intentamos en algún momento hacer realidad ese sueño, ya sea actuando frente a un espejo, o cantando en la ducha o bailando en el living. ¿Quién no formó una bandita con los amigos cuando era adolescente? Esa banda que le hicieron escuchar a todo el mundo, convencidos de que era la mejor banda de la historia. Aunque cualquiera que tuviera dos oídos más o menos funcionando se daba cuenta de que eran un desastre. Pero el sueño estaba ahí, lo podíamos ver y tocar. Claro que no estaban los contratos millonarios y las únicas fanáticas incondicionales eran las viejas de cada uno. Pero el sueño se había hecho realidad, estaban haciendo lo que realmente les gustaba, habían conseguido lo que querían.


Ese momento parece perfecto y todos creen que así va a ser el resto de su vida. Pero la vida cambia y nosotros con ella. Y ahí es cuando llegan los asesinos de sueños o como a la gente común le gusta llamarlas, llegan las responsabilidades. Generalmente estos monstruos horrendos se van metiendo despacito en tu vida, más o menos cuando tenes 19 años se van haciendo notar. Ya la secundaria termino y estudies o trabajes ya sos parte del mundo real que es el reino mágico donde habitan estas criaturas. Pero lo mortífero de estas monstruos es que no te muestran su verdadera forma al principio, se transforman en cosas bonitas y caras que tenés que comprarte. Ahí es cuando nace el problema, uno necesita plata que los padres ya no quieren darte y tiene que caer en el horroroso mundo de los empleos temporales.


Que, poniendose a pensar un poco, no es tan malo. Si ya se, son trabajos totalmente demigrantes y seguramente son el tipo de empleos para los que, en las películas futuristas, usan siempre a los robots. Pero más alla de eso son una buena forma de empezar a conocer el mundo verdadero y a ganar un par de mangos en el medio. El problema, o por lo menos eso creo yo, no reside en este punto, después de esta etapa de gastarse el sueldo de un mes en una noche o de ir a trabajar sin dormir, poco a poco y casi sin darnos cuenta comienza una etapa donde ya vemos al trabajo de otra manera. Ya tenemos más responsabilidades, es más difícil irse, ya todo no es tan temporal como creíamos.

Quizás eso no sea tan malo, pero sinceramente creo que este es el punto donde tenemos que tomar una decisión, seguimos por este camino quizás algo más cómodo y seguro o nos arriesgamos a conseguir lo que soñamos. No creo que esto lo tengas que decidir una sola vez en la vida, pero a medida que el tiempo pasa las posibilidades de decidir se van acortando y las responsabilidades se van sumando.


Ojo, que no se malentienda. No estoy queriendo decirles que una de las decisiones es mala y que si la toman son unos cerdos conformistas, o que si toman la otra son unos hipies colgados que viven en un mundo de fantasías. Simplemente digo que sea cual sea la decisión que tomen, tómenla ustedes. Porque sino la vida los va a tomar de la mano y se va a encargar de llevarlos por un camino. Y seria muy triste que muchos años después miren atrás con nostalgia y muy adentro suyo se pregunten que hubiese pasado si en vez de dejarme llevar decidían por si mismos y tomaban el otro.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Y bue

Podemos echarles la culpa a los políticos, al calentamiento global, a la alineación de los planetas o a bailando por un sueño, pero si analizamos un poquito, en realidad los verdaderos culpables de esta sociedad destruida. Y gran parte del por qué de esta afirmación es nuestra terrible adicción a la comodidad. Incluso lo que decía antes, de echarle la culpa a alguien más, es cómodo y conveniente. Siempre buscamos un culpable porque es más fácil que asumir la culpa.


Es muy probable que las frases “y bue” y el “dejalo así” sean las piedras fundamentales de nuestra sociedad en estos días. La falta de ganas de hacer las cosas y el conformismo pueden llegar a ser probablemente la causa de muchos de nuestros problemas de hoy. Hasta me puedo dar el lujo de no dar ejemplos esta vez, pero sería seguir con esta cadena de falta de ganas de hacer las cosas.


Seamos sinceros muchachos, ¿quién no estubo con alguien alguna vez sólo por el hecho de estar con alguien? (otra vez un ejemplo con minas), ¿o quién no se puso a buscar otro trabajo aunque el suyo actual era detestable, simplemente porque no tenia ganas de hacer dos clicks con el mouse? Y estos son ejemplos que nos afectan a nosotros, imaginense cuando alguien tiene que hacer algo para los demás, un empleado público, la persona que te atiende en el banco, el policia que tiene que cuidar a la gente y por supuesto el ejemplo obvio de los políticos. Imaginen que poco hacemos por los demás si nos da fiaca hacer algo por nosotros mismos. Por más vuelta que le demos no tenemos otra explicación, vivimos en una sociedad de mierda, porque nosotros hacemos que esa sociedad sea una mierda.


Igual esta página, más alla de que a veces lo haga, no esta para levantar un dedo acusador ante nadie, pero el tema es que la situación no queda así. Porque no esta mal tirarse a chanta una vez simplemente por el hecho de estar cómodo donde uno esta, pero el problema es cuando toda tu vida es una interminable busqueda de comodidad y falta de ideas nuevas, eso si es lo que hace al mundo un lugar tan horrible (bueno, quizás no sólo esto, pero este tema aporta bastante). La falta de ganas y de espectativa por lo que vendrá hace que seamos gente desganada y que siempre tenga ganas de hacer menos de lo que hace.


Pero volviendo al punto de nuestras propias vidas, que sin duda es el disparador de todo lo que viene después. ¿Cuál es el punto de vivir una vida que no queremos vivir, por más cómoda que sea? Y aca está el verdadero kit de esta cuestión. Realmente no queremos movernos para buscar una vida mejor, o tenemos miedo de que si lo hacemos no podamos llegar a conseguirla. No nos engañemos muchachos, todos tenemos miedo cuando de alcanzar nuestros sueños se trata, no es novedad y no serían sueños tan valiosos si fuese de otra manera. Si son realmente nuestras expectativas y nuestras añoranzas, es lógico que tengamos miedo de no alcanzarlas. Pero no podemos vivir otra vida porque tenemos miedo de intentar conseguir lo que queremos y fallar. Va, en realidad, si podemos hacer esto. Incluso hay infinidad de gente que lo hace todos los días, que vive una vida vacía, que lo va llevando lentamente a sepultar todas sus aspiraciones y convertirse en una especie de bolsa de plástico llevada por la corriente, sin rumbo y sin esperanza.


Realmente no pretendo sermonear a nadie con esto, simplemente (como en la mayoría de las conclusiones) llamar la atención sobre un tema que, como pasa en mi caso, seguramente está en sus cabezas dando vueltas y quizás, ver la mirada de otro sobre él ayude a empezar a resolverlo o, por lo menos, a empezar a tomar cartas en el asunto y empezar de a poquito a luchar contra la corriente con la esperanza, quizás no tan remota, de ver alguna vez la costa.

domingo, 26 de agosto de 2007

Sin palabras

Hoy en día el mundo parece lleno de palabras, mensajes de texto, mails, páginas de internet, publicidad hasta en el baño, blogs de gente intrascendente, etc. Es casi una invasión de palabras en un mundo que a veces tiene poco que decir. Pero el tema de hoy es totalmente lo opuesto a eso, esta conclusión va a estar dedicada a lo que no se dice.


Es raro, pero estoy seguro de que a muchos de ustedes les pasa que se comunican más con la gente sin palabras que con ellas. Por ejemplo cuando estás en el tren y mirás una chica, ella te devuelve la mirada, hay contacto, hay química, saltan chispas por el aire y después llega la terminal, los dos se bajan y cada uno va para su lado, como si no se hubieran conocido, pero en realidad si se conocieron, no formalmente, nunca cruzaron palabras, pero si se registraron, se vieron, se comunicaron. O para, por una vez en la vida no ir por el lado de lo sexual, cuando mirás a los ojos a un amigo y sabés que le pasa algo. O cuando tu vieja te miraba cuando eras chico y sabía que algo le ocultabas.


Pasa siempre, incluso cuando hablamos con palabras, hay un lenguaje detrás que no se expresa verbalmente pero que es más rico y muchas veces más claro que el del habla. Pero, aca esta el punto de análisis, porque yo me pregunto, si este lenguaje lo usamos todos y todos sabemos que está. ¿Por qué nunca lo traducimos al habla? ¿Por qué lo mantenemos en la obscuridad? ¿Por qué nunca hablamos de lo que no se habla?


Y aca viene la parte del atículo que se dedica, como su nombre lo indica, a hacer una conclusión personal sobre el tema, a veces ingenua, pero un poco más entretenida que un libro de semiótica. El lenguaje es una forma muy precaria de comunicarse, nuestra mente, de la que utilizamos una parte ínfima (algunos más que otros) nos brinda una infinidad de posibilidades que uno va descubriendo de a poco. Ojo, no quiero decir con esto que no hallamos sentido esto antiguamente, seguramente lo hacíamos pero recién ahora, a medida que nuestra mente evoluciona, vamos percibiendo esto más y nos vamos haciendo más concientes qué nos pasa. Parecerá de ciencia ficción pero seguramente a todos les paso que pensaron en algo al mismo tiempo, o se dijeron algo sin decírselo. A esta comunicación es a la que me refiero, y que no dentro de mucho tiempo, vamos a poder controlar realmente y quizás hasta decir las cosas sólo pensándolas. Seguramente pensarán: “este boludo tardo 5 párrafos en descubrir la telepatía”. Pero lo loco de esto es que es verdad, aunque no lo llamaría de esa manera, es casi seguro que esto nos suceda y las pruebas están dichas, o mejor dicho percibidas. Todos tuvimos, quien más quien menos, estos episodios sólo que son cosas que son internas, nunca se comparten con los demás, solo se sienten.


Esto pasa en todas las situaciones de la vida, siempre le estamos diciendo algo al otro sin decirlo, cuando hablás con tu jefe, con tus compañeros, con tu esposa. Y esto viene desde mucho más atrás, seguramente le dijiste a tus padres miles de cosas de las que nunca expresaste palabras, incluso en este caso hasta ellos supieron decodificarlas, por eso es que siempre sabían cuando te pasaba algo, y no es por algo que hayas dicho. Sino que fue tu cuerpo el que te delato y dijo lo que no decías con la boca.


Lo loco de esto es que uno habla todo el tiempo de algo sin siquiera decirlo. Quizás es por eso que es tan difícil lograr que la gente se entienda aunque hable el mismo idioma. Porque si bien hablamos la misma lengua, hay otro lenguaje que necesitamos aprender a traducir mejor.

domingo, 29 de julio de 2007

Me cansé

Generalmente esta página está dedicada a reflexiones medio filosóficas, donde se busca llegar a una conclusión general sin tocar ningún tema de actualidad. Con esto busco llegar a brindar un poco de luz sobre la vida a nivel general sin importar el lugar o el tiempo donde se esté leyendo el artículo (más allá de que generalmente los lean los tres o cuatro vagos que no tenían nada que hacer y vieron la diré en mi ventanita de msn). Pero esta vez prefiero ser un poco más concreto con lo que escribo, un poco para no hacer siempre lo mismo y otro poco porque realmente la situación me hincho mucho las pelotas.

Aunque el tema de hoy va a lidiar concretamente con la realidad argentina, no puedo con mi genio y voy a buscarle una pata más filosófica, porque que sería del mundo sin gente que se harta de algo. Porque me cuesta imaginar que todas las grandes mentes que lideraron un cambio no tuvieron esa sensación de hartazgo en su cuerpo sobre el régimen anterior, es difícil ir a la guerra contra un enemigo que te supera ampliamente en equipamiento y en número sin realmente sentirte asqueado por cada segundo que pasas bajo las órdenes de la anterior figura de poder.

Bueno, casualmente esto me es lo que me pasa a mí últimamente, y no se si es el principio de una gran revolución o es solamente una pelotudés que siento yo por enroscarme con boludeces y aunque me inclino más por la segunda opción sentí la necesidad de poner este sentimiento en palabras y hacérselo llegar a la mayor cantidad de gente que puedo para ver que se genera con eso.

Yendo a los hechos concretos. ¿Qué es lo que nos pasa a nosotros los argentinos que nos sentimos los mejores en todo y no podemos ganar realmente en nada? Bueno, aunque pasé por diferentes teorías que pasaban por ejemplos tales como que teníamos hecha una maldición vudú que hacían que al país le vaya como el orto en todos los aspectos sin importar el esfuerzo que les pongamos a las cosas. O que una raza alienígena de políticos tomó el control del poder muchos años atrás y desde entonces nos obligan a tomar rumbos que nos llevan al fracaso. Pero después, pensándolo un poco mejor, esas ideas no me terminaban de cerrar, entonces decidí ir por un camino menos transitado y quizás un poco más descabellado (mira que lindo versito). ¿Y si la culpa al final la tenemos nosotros?

Parecía loco, pero pensándolo de esa manera los hechos me cerraban mejor. Ahí entendía mejor por qué, habiendo pasado varios gobiernos, nuestros problemas estructurales no se solucionaban. Porque siempre, a veces más tarde y otras más temprano, terminábamos cayendo siempre en el mismo pozo económico que queda entre la decepción y el descontento.

¿Pero, cuál es realmente nuestro error? Porque los argentinos no somos tontos, realmente nos buscan en varios lados del mundo por nuestro talento, tanto en el campo de la industria, como en el deporte o el arte. Realmente no creo eso de que seamos los mejores del mundo en todo, pero somos buenos en varias cosas. Entonces surge una pregunta casi naturalmente: ¿Por qué siendo tan inteligentes estamos donde estamos?

La respuesta a la que llegué seguramente les va a parecer sencilla, pero muchas veces los problemas más complicados se resuelven con respuestas simples. El problema de base que tiene nuestro país (y que posiblemente tenga nuestra filosofía de vida) es la falta de planeamiento. Si planeáramos más podríamos utilizar los recursos que tenemos de una forma más inteligente y podríamos tener un crecimiento escalonado y real a nivel país. De esta manera, no dependeríamos de las buenas o malas ideas de un dirigente, sino que tendríamos un sistema democrático que tenga objetivos a futuro, independientemente de quién esté en el poder.

A lo largo de mi no tan corta vida, vi infinidad de veces a la gente lamentarse por las cosas malas que les pasaban como si fueran tragedias que los dioses nos imponen aleatoriamente. Realmente esto me parece una pelotudés, no tenemos porque lamentar tragedias evitables. Les aseguro que poniéndonos bandas negras o haciendo marchas pelotudas no vamos a solucionar nada. Tenemos que ponernos de acuerdo por una vez en la vida e idear un sistema para que esto no pase más. Y esto no lo vamos a lograr excluyendo gente por sus pasados supuestamente turbios o por sus ideas diferentes. Porque no hay nadie que tenga un pasado impoluto salvo que sea un bebe, y realmente poner un bebe de presidente es lo único que le falta a este país para llegar al último estrato del infierno.

Hay que empezar a poner los puntos sobre las ies y cuando alguien tiene que ir a la cárcel por algún delito, hay que mandarlo a la cárcel no castigarlo poniéndole mala cara, sino dándole el castigo que la sociedad tiene estipulado para los delincuentes. Y hay que empezar a hablar más, hasta con gente que piensa diferente, y llegar a una conclusión en común para ver a donde queremos ir. Así, por una puta vez, podemos elaborar un plan que valla más allá de una semana para adelante. Todo esto parece una pelotudés grande como una casa, pero este país que tiene casi 200 años de historia, nunca lo logró hacer.

Así que esto es lo que me quería sacar de encima y decírselo a alguien a ver que efecto causa. Bueno, esta es la simple opinión de un argentino más que tanto cuando el país estaba en bancarrota o cuando crece a pasos agigantados, viaja en tren igual de mal.

sábado, 14 de julio de 2007

Che boludo

Una parte importante del idioma está dedicada a los insultos, ¿pero que son los insultos realmente? Si uno se pone a pensar son como una especie de adjetivos calificativos que le pones a otro para que lo hiera, para que se sienta mal. Ahora, lo realmente interesante es tratar de entender porque esas palabras nos hieren y como va cambiando lo que nos hiere a lo largo del tiempo.


Que loco es que de acuerdo a los estandares de la época los insultos van cambiando. Hace algunos años “vago” era un insulto, hoy es casi una insignia. Los pibes se dicen vago uno al otro casi como señal de aprecio. Es más, hasta compiten entre ellos a ver quien es el más rasca del grupo, hasta creo que se darían un premio si no fueran tan vagos.


Con las mujeres pasa algo parecido. Antes “perra” era un insulto casi agresivo cuando se hablaba de una chica. Hoy casi hasta que se lo dicen entre ellas alentándose, “estas hecha una perra”. Incluso se visten para ser más perras que sus pares, lo que a consideración del autor no está nada mal.


Pero en realidad no todos los insultos cambiaron su significado. Por ejemplo, “pelotudo” siempre tuvo la misma decodificación, sin llegar a ser un insulto propiamente dicho, siempre tuvo esa aspereza que hacía que solo fuera utilizado en ciertas situaciones. Pero lo contradictorio de esta palabra, es que es muy difícil entender por qué es un insulto.


Porque los hombres lo viven más de cerca, pero todos sabemos la importancia que tiene en la sociedad el tamaño de los órganos reproductivos. Entoncés uno se pregunta, ¿por qué es malo tener las pelotas grandes? ¿No tendría que ser bueno esto? ¿En qué me puede afectar el hecho que alguien me diga que mis testículos son más grandes que los de los demás? Tomando esto en consideración tendríamos que agradecerle a cada uno que nos grite “pelotudo” por la calle. Imaginense: _“¡Sos un pelotudo!”. _”Gracias”. Lo admito, sería raro, pero más correcto conceptualmente.


Para ir concluyendo este análisis, hay un insulto que realmente me intrigo toda mi vida y es una palabra que a esta altura se volvío internacionalmente famosa, un orgullo argentino y es casi un patrimonio nacional, el queridísimo “boludo”. Que más alla que sea la palabra que repite hasta el hartazgo cualquier extranjero que venga a la argentina de vacaciones, es algo tan autóctono como la bandera, el dulce de leche, la corrupción o el colectivo. Y sin más se convirtio en la palabra más pronunciada en esta parte del planeta. No hice un estudio científico de cuantas veces se pronuncian todas las palabras acá, pero estoy segurisimo que ninguna otra se debe usar tanto.


Pero más alla de este orgullo nacional, esta palabra esta en un limbo medio raro. Porque traspasó ampliamente su significado literal y se convirtio en algo que no entra dentro de ninguna categoria lingüística. O sea, no es una palabra de diccionario (va en realidad si, pero eso mereceria otra conclusión titulada “mirá como tratamos de adaptar al sistema las cosas que criticamos toda la vida”) pero tampoco es un insulto en si. Quien podría pensar que cuando alguien le dice a otro: _“Che, boludo”, no lo está insultando. Es más, yo diría que todo lo contrario, lo está alagando, lo esta llamando su compinche, su compañero, su par, su gran y querido boludo. Yo cada vez que escucho a alguno de mis amigos decirme boludo, siento un calorcito en el alma. Como si con esa convinación de letras, me estuviera queriendo decir que realmente me quiere, que me aprecia. Y ahí es cuando uno se pregunta, como puedo decirle que exprese el mismo afecto que el me comunico a mi. Muy sencillo, utilizando la frase más emotiva y con más carga emocional del habla hispana del río de la plata. Y estas palabras a la altura de la poesía serían: _“¿Qué carajo querés conchudo?”.

domingo, 17 de junio de 2007

El casi tan maravilloso como complicado mundo del amor

Mas allá que lo admitan o no, todos en algún momento se hicieron esta pregunta, ¿Por qué es tan difícil encontrar el amor? Y la verdad que la pregunta es valida, porque en el mundo hay hombres y mujeres. Los hombres buscan mujeres y los mujeres buscan hombre (en la mayoría de los casos) ¿Qué tan difícil es encontrar pareja?, si hay un montón de gente del sexo opuesto que esta buscando a alguien como yo, o parecido, aunque sea una de esa infinidad de candidatas va a querer estar conmigo, este calculo no puede fallar ¿o si?

Haciendo un mínimo análisis nos damos cuanta de que este planteo puede ser cualquier cosa menos sencillo, todos quieren encontrar pareja, pero no cualquier pareja. Todos establecemos una especie de lista de condiciones que el pretendiente tiene que tener para estar a nuestro lado. Hasta acá todo bien, no pueden culparnos por pretender ser minimamente exigentes en la elección de la persona que va a acompañarnos por el resto de nuestra vida. El problema es que la otra persona también tiene una lista similar, y les puedo asegurar que armar una lista con lo que uno quiere es fácil, cumplir la lista que otro espera de uno es otra historia. Porque uno busca a alguien perfecto para que lo acompañe, lo que no se da cuenta es que uno no es perfecto.

Así empiezan los desencuentros, las relaciones cortas, los primeros desengaños. Uno empieza a escuchar las famosas frases “yo pensé que eras de otra forma”, “me parece que esto no esta funcionando” y el ya muy desgastado “no sos vos, soy yo” .Frase que, si en el mundo de las relaciones la gente dijera lo que piensa, tendría que ser “sos vos, ¿cómo voy a ser yo?”. Y la sinceridad, de la que hablábamos antes, se va haciendo cada vez más fuerte a medidas que nos adentramos en este mundo de las relaciones amorosas. Al principio la sinceridad se destaca, más que nada por su ausencia, pero a medida que va conociendo más del tema nos damos cuenta que todos son sinceros cuando se trata del amor, simplemente que no en el idioma habitual, sino en un código, casi un sub-idioma del cual no hay escuelas ni diccionarios, sino que uno va aprendiendo a traducir sobre la marcha.

Este nuevo idioma que vamos aprendiendo a los golpes es casi una necesidad básica en el mundo del amor. En este ámbito cada vez más complicado e intrincado, decir directamente lo que uno piensa para que todos lo entiendan es como un delito. Por eso uno tiene que decir las cosas en código. Porque, como la mayoría de las relaciones de los seres humanos, necesitamos una buena cuota de discriminación. Entonces se forman sociedades secretas donde solo podés tener acceso sabiendo el idioma que manejan los demás, sino, el castigo será la soledad eterna.

Para que tengan una idea de este idioma, que seguramente lo escucharon más de una vez. Aquí van algunas frases características de ambos géneros, para ser caballeros primero las mujeres:

“Estoy con otro chico” (no me gustas)
“Estoy confundida” (ya tengo otro y tengo todo arreglado, lo único que tengo que hacer es sacarme de encima al rey de los mamertos que venís siendo vos)
“Te veo solo como amigo” (no me acostaría con vos ni aunque fueras el último hombre sobre la faz de universo y el que nosotros tengamos relaciones sea la ultima esperanza para la subsistencia de la raza humana)

“Mi mejor amiga se casa, que alegría” (si no me propones casamiento antes del casamiento de la bruja esta, me va a doler la cabeza todas las noches hasta que se te marchiten los huevos)
“Viste que perra Claudia, se transo como a 3 chicos anoche” (se transo a los tres chicos que me quería transar yo)

Y ahora de los hombres:

-“Hola” (quiero tener sexo con vos)
-“¿Como te llamas?” (Quiero tener sexo con vos)
-“¿De donde sos?” (Quiero tener el sexo con vos)
-“Disculpe señora, esta su hijo en casa” (quiero tener sexo con vos aunque seas una vieja demacrada y además la madre de mi mejor amigo)
-“Que interesante lo que estas contando” (estoy desesperadísimo por tener sexo con vos y no hay nada en el mundo que me haga cambiar de parecer, ni siquiera esta aburridísima historia que me estas contando de la que cada palabra parece una siglo en el infierno. Pero estas tan buena que no me importa nada y con tal de encamarme con vos la escucharía 180 veces más por más que me tenga que arrancar los oídos con las manos para poder soportarla)

Ahora, más allá de que seamos literatos en la traducción del idioma castellano al código que manejan los hombres y las mujeres, hay algo fundamental que tenemos que entender si es que queremos llegar a tener algún tipo de contacto con el sexo opuesto, mas allá del contacto con nuestros padres claro. Hay un principio fundamental que se aplica a cualquier tipo de atracción amorosa, que es lo que condicionó nuestra existencia como seres humanos, más o menos, desde el hombre de neanderthal hasta el día de hoy. Y es que todos quieren lo que no pueden tener.

Esto que parece tan sencillo reducido una simple frase, es infinitamente complicado. Yo te quiero pero si vos me queres a mi, voy a querer al otro que no me da ni cinco de bola. Claro que a este al que ahora le doy bola le voy a interesar menos todavía, le va a gustar alguien que no quiera verlo ni en figuritas. Y así el círculo de los desencuentros continua. No sigue la más mínima lógica, pero eso es lo que le da ese gustito agridulce al amor. Para definirlo en palabras, seria algo así como lo diametralmente opuesto a todo lo que el razonamiento humano puede llegar a sugerir, quizás esto aclare por qué nos devanamos el cerebro tratando de entenderlo. Cosa que, después del calentamiento global, es el peor error de la raza humana. Tratar de entender al amor.

La cuestión pareciera ser entonces, tratar de buscar un balance en el tema de las relaciones. Como en el resto de las cosas de este mundo, encontrar a alguien a quien queramos lo suficiente para compartir el resto de nuestras vidas, pero no demasiado para que no se nos espante, y por supuesto que del otro lado pase lo mismo. Esto que explicado así podría hasta parecer sencillo, es casi lo más complicado de nuestra existencia. Posiblemente, lo único que existe en el mundo más complicado que eso, es mantener esa relación por el resto de nuestras vidas.

viernes, 1 de junio de 2007

Ilustres desconocidos

Ya sea por baila, cantar, asesinar a toda tu familia con una cuchara o generalmente por hacer nada, y sin tener muy en cuenta la diferencia entre estos ejemplos, la televisión cada vez más es una generadora de estrellas fugaces sin talento. Gente que por el solo merito de estar en televisión ya es famosa. Pero quien genera esto, la televisión o la gente que se presta a esto.

Para responder a esta pregunta es necesario que volvamos a un hecho fundamental, la televisión como toda cosa masiva es un fiel espejo de la sociedad, mas allá que esta lo quiera aceptar o no. En un mundo donde las cosas son cada vez mas fáciles y donde se simplifica todo, porque no se va a simplificar también la fama. Porque no llegar a ser famoso solo con apretar un botón o acostarse con alguien, o hacer un escándalo. Claro que todos sabemos que el café expreso no tiene el mismo gusto que el que se hace cuando se muelen granos importados de Colombia, o ya nos olvidamos del gusto de este ultimo y nos acostumbramos al otro.

Asi es que tenemos un montón de gente cuyo único objetivo de ser famosa sin importar porque y tenemos una televisión ávida de mostrar como gente del montón que se hace famosa, porque esto provoca identificación en la gente y por consecuencia rating y aparte porque lo importante termina siendo el medio y no lo que se muestra en él. Claro que la gente se identifica con la gente común que se hace famosa hasta que deja de ser gente común y se hace solamente famosa. Es ahí donde esa estrella ya no sirve porque lo único que sabia hacer bien y para lo que servia paradójicamente era para ser gente común y cuando deja de serlo y se convierte en famosa, que era su objetivo primordial, es cuando ya deja de ser útil para el sistema y al no tener mas habilidad que esa es descartada por otra con las mismas características.

Y que pasa con la gente que si tiene talento, con las que se esforzaron para llegar a ser artistas y que el hecho de ser famosos solo es una consecuencia de su trabajo. Algunos, que verdaderamente tienen talento, siguen trabajando y la mayoría señala con su dedo acusador a estos nuevos programas hacedores de estrellas fugaces, de burdos y de estupidisantes.

Pero acá hay algo que hay que decir, estos programas tan responsabilidad de ellos como de la sociedad, porque si el público se identificara con las telenovelas o con las series que se daban en el pasado y que ahora esos espacios son ocupados por estos programas nada de esto hubiera pasado. Si los escritores hubieran podido captar las problemáticas de la gente real en vez de apegarse a historias repetidas y que ya quedaron viejas a la visión del público no hubiera sido necesario traer a gente real para que cuente sus problemas a cámara.

Entonces la televisión se ve ante la disyuntiva de si mantener programas caros que no identifican a nadie o de tener estos otros programas, relativamente más bajos y que tienen alto grado de identificación con la gente. Creando también nuevas estrellas que tienen a disposición por muy poco dinero y que las usan hasta que se desgastan totalmente y ya a nadie le interesen. Imagínense ustedes por cual se decidieron.

Si querés ser alguien siendo nadie lo mas probable es que seas las dos cosas, porque en un mundo donde todos quieren ser diferentes los que se mantienen fieles a si mismos son los que se destacan.

Cómodos sirvientes

¿Se acuerdan cuando todos creíamos que éramos los mejores del mundo? ¿O cuando pensábamos que estábamos en e primer mundo? ¿O cuando afirmábamos que si alguien nos había metido en un lió no había nadie más ideal que el para sacarnos del mismo? ¿Y cuando creíamos que la tierra era plana? Bueno, probablemente de eso no se acuerde nadie porque fue hace mucho tiempo. Pero a pesar de eso a lo largo de la historia seguimos creyendo ciegamente en cosas que una y otra vez nos demostraron que no eran tan absolutamente ciertas como pensábamos. Y a todas esas cosas que todos creemos en un momento y que después descubrimos que no eran tan así las llamamos “saber popular”, que casualmente es nuestro tema de hoy.

Pero, ¿no es lindo que todos los seres humanos, o al menos los más cercanos, nos unamos y pensemos más o menos lo mismo en determinado momento? Y, la verdad, aunque me gustaría poder responder otra cosa, no. Cada vez que todos nos aferramos con uñas y dientes a estos saberes colectivos, terminamos mal. Ya sea por una elección nacional, o por una decisión de estado, o por un simple y nunca bien ponderado programa de televisión. Estas pequeñas máximas siempre terminan perjudicando nuestras decisiones, porque claro, si este es tan malo, el otro por lo menos tiene que ser bueno.

Pero tampoco me parece que siempre terminemos sacando conclusiones absolutas de las cosas simplemente porque somos idiotas, aunque seria realmente simple explicarlo de esa manera. Pero muchas veces este tipo de pensamientos surgen de las altas esferas de poder dosificadas claro por nuestros queridos y nunca bien ponderados medios.

Más allá de eso, en lo que si somos idiotas, es en digerir este tipo de información sin deglutirla. Pero lo peor de eso, no es que los que lanzan estas cosas a los medios sean unas mentes tan brillantes que nosotros, con nuestra pobres y débiles mentes inferiores, no podemos develar y estamos condenados a aceptar todo lo que nos dicen por el resto de nuestras desdichadas vidas mortales, porqué esto no es cierto. Lo peor que nos pasa es que nuestras mentes están más que capacitadas para discernir entre lo que vemos y los que nos quieren hacer ver. Lo único que impide que estas dos cosas se unan es un enemigo que ha tenido la humanidad desde sus inicios, pero que en estas últimas décadas esta ganando demasiadas batallas. Este enemigo fantasma cuyos inicios datan desde el mismo inicio de la raza humana, es la simple y tampoco bien ponderada (pero esta vez con más razón) comodidad.

Es más fácil creer en lo que te dicen que buscar tus propias respuestas. Es más fácil tomar algo deglutido que deglutirlo por si mismo. Siempre fue más fácil y siempre lo será, pero eso no significa que sea la mejor opción.

Esta comodidad mental es la que después nos provoca grandes incomodidades posteriores. Crímenes, desempleo, corrupción, hambre. Todos los males que nos acechan están relacionados a la comodidad inicial de no hacer nada, o no exigirle a alguien más hacer algo al respecto. Pero según nos cuenta la historia, después de un tiempo, que puede ser corto o ser mucho vamos a tener que hacer algo porque eso que afectaba a otros y que nos encontró tan cómodos para hacer algo al respecto. Nos va a obligar a incomodarnos cuando nos toque a nosotros. Y cuando eso pase seguramente exista alguien que pueda darnos una mano, pero seguramente va a estar demasiado cómodo para hacerlo.

Acuérdense muchachos que todo se puede arreglar si nos movemos lo suficiente para hacerlo. No se olviden que el pensar que todo esta mal y que nada tiene solución es un saber popular y no pueden negar que lo más cómodo que se puede hacer cuando uno tiene que arreglar algo, es pensar que no tiene arreglo.

Casi

Les conté que casi tengo una novia hermosísima, y que casi me acuesto con una modelo. O que casi fui productor de un programa de aire. ¿No? Claro que no, nadie cuenta lo que casi hizo, seria tonto, a quien le importaría algo que casi sucedió. El mundo esta hecho de cosas logradas, no casi logradas. El problema es que son muchas mas las cosas que casi logramos que las que logramos verdaderamente.

Se imaginan si todas las cosas que casi logramos fueran logradas verdaderamente, no seria mas linda la vida. Entonces porque es que casi llegamos a concretar eso y no lo concretamos verdaderamente. Si nos lo ponemos a analizar un poco lo que falla en cada uno de estos casos, es no poder tomar riesgos. Salvo con la historia de la modelo, ahí me hubiera ayudado mas tener un auto importado.

Ahora, no creo que todo lo que tengamos que hacer para tener éxito en la vida es arriesgarnos, si es todo lo que tenemos que hacer para tener una fractura craneal o tener nuestra residencia estable en el cementerio. El riesgo no sirve de nada si no hay un razonamiento atrás. Parece ilógico si nos lo ponemos a pensar que tomar una decisión que nadie tomaría venga acompañado de pensarlo mucho, pero en el mundo, si uno lo analiza con cuidado, todo tiene un poco de los dos extremos.

También uno podría pensar que no es tan arriesgado de hacer si uno lo planeo con cuidado, y aca esta la diferencia entre las grandes personas y los casi grandes personas. Cuando hablamos de riesgo en este caso, hablamos de algo que nadie hizo o muy pocos. Pero claro, el razonamiento mas lógico es que si nadie lo hizo es por una razón, y esto puede ser verdad, pero también es verdad que los exitosos en la vida son los menos.

Acá creo que esta la cuestión de todo esto, porque el mundo esta lleno de casis y de muy pocos logros. Porque los casi nacen de la seguridad, pero de una seguridad aparente, de la seguridad de estar haciendo lo que la mayoría hace, de la seguridad de lo conocido, de lo que decíamos antes, la falta de riesgo. Esto nos ayuda a predecir el resultado, si a todos los demás les salio así, a mi me tiene que salir algo parecido. Pero obviamente, si uno hace lo que hacen los demás, va a terminar como los demás. Y aunque lo aceptemos o no, lo que queremos todos y cada uno de nosotros es diferenciarnos.

Pero claro, retomando un par de párrafos atrás, decíamos que en la vida todo tiene un poco de los dos extremos, y acá hay un ejemplo claro de eso. Todos queremos ser diferentes, ser mejores, estar por sobre los demás, pero tampoco queremos estar tan alejados del resto, le tenemos miedo a la soledad, a lo desconocido. Porque acuérdense que estando adelante uno no puede seguir a nadie. Así que la vida, entre otras cosas por supuesto, es una constante lucha entre querer estar atrás o adelante, guiando o siendo guiado, y el problema de esto es que si no luchamos lo suficiente podemos terminar quedándonos siempre en el medio.

Secreto a voces

¿Les cuento un secreto?, los secretos no exiten. Claro, si le contas un secreto a otra persona, deja de ser un secreto. Pero si te guardas un secreto para vos solo, para que sirve ese secreto. La única manera en que puede existir un secreto es si ese secreto es tuyo, esa es la unica forma de que alguien evite la tentancion de contar un secreto.

Porque un secreto existe para ser contado, para que la persona que lo guarda se tiente y empiece a esparcirlo como si fuera fuego por una casa de madera. Es excitante saber algo que nadie mas sabe y esperar para contarlo, es casi tan bueno como el sexo, uno trata de dilatar la situación lo mas posible hasta que ya no puede mas y lo tiene que largar.

Claro que como en el sexo uno después de largar se empieza a sentir culpable. “hice bien en contarlo”, “no me habre sarpado mucho”, “¡uy por dios que este no lo cuente o la persona que me lo conto me va a colgar!”. Ahí es cuando la culpa nos carcome y salen esas palabritas magicas, “yo te lo cuento, pero por favor no se lo cuentes a nadie”. Listo, ya esta, esas palabras son como un candado imaginario que va a proteger a nuestro secreto para siempre y no va a permitir que salga de ese círculo sagrado. ¿Por que creemos eso?, ¿por que albergar esa ilusión estúpida? Si nosotros que somos los guardianes originales del secreto, que nos fue confiado por la persona a quien le afecta directamente este secreto y en quienes cae toda la responsabilidad de su custodia no pudimos guardarlo y sucumbimos al deseo de contárselo a alguien más, ¿por que ese alguien va a guardar nuestro secreto?, si lo más seguro es que esa persona no tiene la confianza que nosotros tenemos con la persona protagonista de ese secreto, sino se lo hubieran contado también a él.

Pero bueno, decidimos ignorar todos estos hechos y creer ciegamente que la persona a quien se lo contamos va a tener más de autocontrol que nosotros y lo va a poder guardar. Aunque en lo profundo de nuestro ser sabemos que eso no es verdad y que este va a ir corriendo a contárselo a otra persona, y en lo posible a alguien que pueda hacer un daño verdadero con este secreto. Pero acá esta la cuestión, porque inconscientemente sabemos esto, pero también sabemos que la persona que nos contó el secreto, el protagonista, la persona de la que la continuidad de su vida social depende la ignorancia de los demás de esa información, es la misma que nos contó a nosotros el secreto en un inicio. Entonces aquí es donde nos podemos lavar las culpas. Si la persona mas interesada en que se guarde su secreto nos lo cuenta, ¿porque nosotros, que no estamos tan interesados como el de que eso permanezca en la ignorancia, no lo podemos contar?

Entonces podemos decir que hasta la persona que es protagonista de ese secreto tiene ansias de contarlo, es así como se pasa el secreto originalmente, porque ese secreto salio de la misma boca de la persona que lo estaba guardando, es asi como nace la cadena. Porque el deseo de contarlo de su protagonista, puede mas que el miedo a las consecuencias futuras de que eso se sepa. Pero no es que elige a cualquiera para contárselo, no es tan suicida, elige a alguien de su más absoluta confianza. Una persona en la quien pueda confiar, en la que ponga las manos en el fuego por él, una persona que sepa que nunca lo va a traicionar. Y cuando esta persona lo termina traicionando tampoco le cuenta ese secreto a cualquiera, elige alguien de similares características, que seguramente lo termina traicionando. Entonces se forma como una especie de sociedad secreta donde se pasan ese secreto tan preciado entre gente de confianza, bueno, en realidad, de no tanta confianza. Si fuera realmente de confianza el secreto nunca se conocería y perdería el verdadero sentido por el que fue contado.