martes, 12 de septiembre de 2017

El Plan




Desde que apareció la tecnología moderna el hombre parece haberla incorporado. Primero fue la radio y la televisión, luego la tv por cable, más tarde los celulares e internet. Todo parecía más atractivo cada vez y más demandante. ¿Cómo íbamos a suponer que era una estrategia, un plan para dominarnos? Cuando “ellos” llegaron estábamos tan atentos a las redes sociales y a los dispositivos móviles que casi no nos enteramos.

Estábamos de lleno metidos en chismes y cuestiones demasiado cotidianas para darnos cuenta que nos estaban exterminando de a poco, tan de a poco que cuando nos dimos cuenta ya no había nada que pudiéramos hacer.

Las enfermedades se propagaban tan rápido como mataban a sus portadores. Casi todas afectaban al cerebro a través de la vista y algunas de ellas a través del sistema auditivo. No teníamos oportunidad.

El tiempo fue su aliado, no estaban apurados, fueron introduciendo la tecnología de forma muy paulatina pero efectiva. Conforme pasaron los años nos fuimos haciendo más y más inútiles. En el pasado podíamos sobrevivir a la intemperie sin problemas, cazar, armar un refugio de la nada. Con el pasar de los años, la gran mayoría de nosotros dependíamos casi completamente de la tecnología. Cerca del final la mayoría de nosotros no podíamos ni prender una fogata sin un fosforo.

Ese era el plan, para matar a los pocos sobrevivientes no tuvieron que esforzarse, solo sacarles la tecnología, y fumigarlos de las ciudades para obligarlos a vivir a la intemperie. Los meses pasaron y el grupo de sobrevivientes se redujo aún más. Allí fue cuando, a través de pantallas gigantescas que flotaban por sobre los bosques que rodeaban de las grandes ciudades, se les hizo la oferta a los que quedaron con vida. La propuesta era simple, o seguir sobreviviendo así o volver a recobrar la tecnología y acceder a avances impensados por cualquier hombre.

No pasaron semanas y los sobrevivientes que preferían vivir libres y sin tecnología, fueron asesinados uno a uno por la gran mayoría que prefirieron vivir en una pequeña celda, hipnotizados por una pantalla, por el resto de sus intrascendentes vidas.

Ya cerca del fin, sólo quedaba un ser humano libre. Todos los otros seres humanos a su alrededor que no estaban muertos, habían sido absorbidos por una pantalla. Sin poder pensar en otra opción, se acercó a una de esas gigantescas pantallas que aun flotaban por allí, levantó la cabeza y se quedó mirándola. Pronto todos sus problemas desaparecieron para siempre.