lunes, 1 de octubre de 2007

Caminos

Es loco como podemos pasar de querer ser pilotos de prueba a oficinistas mediocres. O de ser superhéroes a ser simples empleados, pero pasa. La vida nos va cambiando y nos va a haciendo más predecibles, más inseguros y más cagones con el paso de los años. Ahora, los sueños no tienen un cambio abrupto de cosas totalmente desquiciadas como ser presidente a algo totalmente desestimulante y aburrido como ser el felpudo de un jefe idota, los sueños van mutando y se van transformando como nosotros lo hacemos.

Generalmente cuando somos chicos estamos muy pendientes de cosas fantásticas y sobrenaturales que poco tienen que ver con la vida real, como superhéroes, temerarios o policías honestos. Por lo que es lógico que de grandes queramos ser cosas así. O sea, ¿qué otro ejemplo de vida adulta tenemos, nuestros padres? No hay duda que es mejor seguir el ejemplo de un tipo enmascarado, vestido en mayas que va saltando por la ciudad que de ellos.

A medida que crecemos nuestros sueños también crecen con nosotros. Se van haciendo más lógicos y elaborados, pero no por eso dejan de ser fantasiosos. Muchos de nosotros queremos ser actores, o directores, quizás las chicas sueñan con ser bailarinas o actrices. Algunos más rebeldes quieren armar una banda y sueñan con el estrellato inmediato, las fanáticas y las inmensas mansiones que vienen en el paquete con todo eso. Pero quizás esta etapa es más interesante, porque aparte de que nuestros sueños son más realizables, hay también un intento por realizarlos. Algunos más u otros menos, pero todos intentamos en algún momento hacer realidad ese sueño, ya sea actuando frente a un espejo, o cantando en la ducha o bailando en el living. ¿Quién no formó una bandita con los amigos cuando era adolescente? Esa banda que le hicieron escuchar a todo el mundo, convencidos de que era la mejor banda de la historia. Aunque cualquiera que tuviera dos oídos más o menos funcionando se daba cuenta de que eran un desastre. Pero el sueño estaba ahí, lo podíamos ver y tocar. Claro que no estaban los contratos millonarios y las únicas fanáticas incondicionales eran las viejas de cada uno. Pero el sueño se había hecho realidad, estaban haciendo lo que realmente les gustaba, habían conseguido lo que querían.


Ese momento parece perfecto y todos creen que así va a ser el resto de su vida. Pero la vida cambia y nosotros con ella. Y ahí es cuando llegan los asesinos de sueños o como a la gente común le gusta llamarlas, llegan las responsabilidades. Generalmente estos monstruos horrendos se van metiendo despacito en tu vida, más o menos cuando tenes 19 años se van haciendo notar. Ya la secundaria termino y estudies o trabajes ya sos parte del mundo real que es el reino mágico donde habitan estas criaturas. Pero lo mortífero de estas monstruos es que no te muestran su verdadera forma al principio, se transforman en cosas bonitas y caras que tenés que comprarte. Ahí es cuando nace el problema, uno necesita plata que los padres ya no quieren darte y tiene que caer en el horroroso mundo de los empleos temporales.


Que, poniendose a pensar un poco, no es tan malo. Si ya se, son trabajos totalmente demigrantes y seguramente son el tipo de empleos para los que, en las películas futuristas, usan siempre a los robots. Pero más alla de eso son una buena forma de empezar a conocer el mundo verdadero y a ganar un par de mangos en el medio. El problema, o por lo menos eso creo yo, no reside en este punto, después de esta etapa de gastarse el sueldo de un mes en una noche o de ir a trabajar sin dormir, poco a poco y casi sin darnos cuenta comienza una etapa donde ya vemos al trabajo de otra manera. Ya tenemos más responsabilidades, es más difícil irse, ya todo no es tan temporal como creíamos.

Quizás eso no sea tan malo, pero sinceramente creo que este es el punto donde tenemos que tomar una decisión, seguimos por este camino quizás algo más cómodo y seguro o nos arriesgamos a conseguir lo que soñamos. No creo que esto lo tengas que decidir una sola vez en la vida, pero a medida que el tiempo pasa las posibilidades de decidir se van acortando y las responsabilidades se van sumando.


Ojo, que no se malentienda. No estoy queriendo decirles que una de las decisiones es mala y que si la toman son unos cerdos conformistas, o que si toman la otra son unos hipies colgados que viven en un mundo de fantasías. Simplemente digo que sea cual sea la decisión que tomen, tómenla ustedes. Porque sino la vida los va a tomar de la mano y se va a encargar de llevarlos por un camino. Y seria muy triste que muchos años después miren atrás con nostalgia y muy adentro suyo se pregunten que hubiese pasado si en vez de dejarme llevar decidían por si mismos y tomaban el otro.

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