domingo, 29 de julio de 2007

Me cansé

Generalmente esta página está dedicada a reflexiones medio filosóficas, donde se busca llegar a una conclusión general sin tocar ningún tema de actualidad. Con esto busco llegar a brindar un poco de luz sobre la vida a nivel general sin importar el lugar o el tiempo donde se esté leyendo el artículo (más allá de que generalmente los lean los tres o cuatro vagos que no tenían nada que hacer y vieron la diré en mi ventanita de msn). Pero esta vez prefiero ser un poco más concreto con lo que escribo, un poco para no hacer siempre lo mismo y otro poco porque realmente la situación me hincho mucho las pelotas.

Aunque el tema de hoy va a lidiar concretamente con la realidad argentina, no puedo con mi genio y voy a buscarle una pata más filosófica, porque que sería del mundo sin gente que se harta de algo. Porque me cuesta imaginar que todas las grandes mentes que lideraron un cambio no tuvieron esa sensación de hartazgo en su cuerpo sobre el régimen anterior, es difícil ir a la guerra contra un enemigo que te supera ampliamente en equipamiento y en número sin realmente sentirte asqueado por cada segundo que pasas bajo las órdenes de la anterior figura de poder.

Bueno, casualmente esto me es lo que me pasa a mí últimamente, y no se si es el principio de una gran revolución o es solamente una pelotudés que siento yo por enroscarme con boludeces y aunque me inclino más por la segunda opción sentí la necesidad de poner este sentimiento en palabras y hacérselo llegar a la mayor cantidad de gente que puedo para ver que se genera con eso.

Yendo a los hechos concretos. ¿Qué es lo que nos pasa a nosotros los argentinos que nos sentimos los mejores en todo y no podemos ganar realmente en nada? Bueno, aunque pasé por diferentes teorías que pasaban por ejemplos tales como que teníamos hecha una maldición vudú que hacían que al país le vaya como el orto en todos los aspectos sin importar el esfuerzo que les pongamos a las cosas. O que una raza alienígena de políticos tomó el control del poder muchos años atrás y desde entonces nos obligan a tomar rumbos que nos llevan al fracaso. Pero después, pensándolo un poco mejor, esas ideas no me terminaban de cerrar, entonces decidí ir por un camino menos transitado y quizás un poco más descabellado (mira que lindo versito). ¿Y si la culpa al final la tenemos nosotros?

Parecía loco, pero pensándolo de esa manera los hechos me cerraban mejor. Ahí entendía mejor por qué, habiendo pasado varios gobiernos, nuestros problemas estructurales no se solucionaban. Porque siempre, a veces más tarde y otras más temprano, terminábamos cayendo siempre en el mismo pozo económico que queda entre la decepción y el descontento.

¿Pero, cuál es realmente nuestro error? Porque los argentinos no somos tontos, realmente nos buscan en varios lados del mundo por nuestro talento, tanto en el campo de la industria, como en el deporte o el arte. Realmente no creo eso de que seamos los mejores del mundo en todo, pero somos buenos en varias cosas. Entonces surge una pregunta casi naturalmente: ¿Por qué siendo tan inteligentes estamos donde estamos?

La respuesta a la que llegué seguramente les va a parecer sencilla, pero muchas veces los problemas más complicados se resuelven con respuestas simples. El problema de base que tiene nuestro país (y que posiblemente tenga nuestra filosofía de vida) es la falta de planeamiento. Si planeáramos más podríamos utilizar los recursos que tenemos de una forma más inteligente y podríamos tener un crecimiento escalonado y real a nivel país. De esta manera, no dependeríamos de las buenas o malas ideas de un dirigente, sino que tendríamos un sistema democrático que tenga objetivos a futuro, independientemente de quién esté en el poder.

A lo largo de mi no tan corta vida, vi infinidad de veces a la gente lamentarse por las cosas malas que les pasaban como si fueran tragedias que los dioses nos imponen aleatoriamente. Realmente esto me parece una pelotudés, no tenemos porque lamentar tragedias evitables. Les aseguro que poniéndonos bandas negras o haciendo marchas pelotudas no vamos a solucionar nada. Tenemos que ponernos de acuerdo por una vez en la vida e idear un sistema para que esto no pase más. Y esto no lo vamos a lograr excluyendo gente por sus pasados supuestamente turbios o por sus ideas diferentes. Porque no hay nadie que tenga un pasado impoluto salvo que sea un bebe, y realmente poner un bebe de presidente es lo único que le falta a este país para llegar al último estrato del infierno.

Hay que empezar a poner los puntos sobre las ies y cuando alguien tiene que ir a la cárcel por algún delito, hay que mandarlo a la cárcel no castigarlo poniéndole mala cara, sino dándole el castigo que la sociedad tiene estipulado para los delincuentes. Y hay que empezar a hablar más, hasta con gente que piensa diferente, y llegar a una conclusión en común para ver a donde queremos ir. Así, por una puta vez, podemos elaborar un plan que valla más allá de una semana para adelante. Todo esto parece una pelotudés grande como una casa, pero este país que tiene casi 200 años de historia, nunca lo logró hacer.

Así que esto es lo que me quería sacar de encima y decírselo a alguien a ver que efecto causa. Bueno, esta es la simple opinión de un argentino más que tanto cuando el país estaba en bancarrota o cuando crece a pasos agigantados, viaja en tren igual de mal.

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