Sí amigos, se adelantaron estas vacaciones de invierno medio raras donde la mayoría de los cines están cerrados y no es recomendable que haya grandes concentraciones de gente en lugares cerrados, pero por lo menos algunas viejas costumbres se mantienen, como la de tener en cada receso escolar una espectacular superproduccion sin ningún contenido. Esta semana es el turno entonces de una de las películas más huecas y superficiales de la historia de la cinematografía, estamos hablando por supuesto de la segunda parte de Transformers.
Los que pasamos la segunda mitad de los 20 seguramente recordamos esos gloriosos dibujitos de autos y aviones que se transformaban en robots y peleaban entre si। Incluso los más afortunados también recordarán los espectaculares juguetes que también llegaban a transformarse en otras cosas. Bueno, no mucho de esto tiene que ver con la película en cuestión, bah… siguen estando los robotitos que se transforman, pero pocas más similitudes existen entre la peli con la historia original.
Como en la primera entrega, este film crea una nueva historia en cuanto al universo transformer se refiere. Primero fue un cubo mágico y en esta oportunidad será una llave de poder lo que los protagonistas van a obtener, perder y dar mil vueltas hasta que termine esta montaña rusa de efectos e imágenes lindas, especialmente de Megan Fox.
Una peli con el estilo típicamente americano ultraconservador, que muestra como héroes incondicionales a los militares, a quienes ahora también pertenecen los simpáticos robotitos, como es casi obligatorio que en el mundo del cine que los seres super-poderosos jueguen para el equipo norteamericano, y claro, siempre hay un burocrata malvado que intenta resolver todo por el intrincado camino de las leyes impidiendo que el sabio y poderoso ejercito entre en acción.
Así que mis pequeños chichipios, si disfrutan tanto como yo ver de vez en cuando una peli con una empalagosa belleza visual y recargada de efectos especiales, esta es la opción si deciden arriesgarse a contagiarse la gripe en una sala de cine. Eso si, para no correr tantos riesgos innecesarios, pueden dejar el cerebro en casa, les aseguro que no lo van a necesitar.
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